La carga de las enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, obesidad y otras enfermedades crónicas está aumentando rápidamente en todo el mundo. En 2001, las enfermedades crónicas fueron responsables de aproximadamente el 59% de los 56,5 millones de defunciones totales registradas en el mundo y el 46% de la carga mundial de morbilidad (1). En Chile, también existe un alto porcentaje atribuido a ellas, donde su valoración medida a través del riesgo cardiovascular es la pieza clave en la valoración integral de dicho sujeto ya que determina actitudes terapéuticas de acuerdo a dicho riesgo (2).