Este siglo se ha caracterizado por vivencias excepcionales que nos coloca frente a un mundo que se transforma con el devenir de las acciones humanas en todo lo amplio de la cultura, la política, la religión y la educación entre otros, situaciones que emplazan a las universidades a replantearse y hacer ajustes curriculares que puedan dar respuestas a las demandas sociales, a los retos trazados por la globalización y el sorprendente avance de la tecnología. Todo ello implica que las universidades deben catapultarse en su gestión como garante en la formación humana sobre la base de la docencia, la investigación y la extensión siendo estos los ejes dinamizadores que transversan todos los procesos de formación, con el fin de generar conocimientos teóricos, prácticos y experienciales potencialmente válidos para responder a la mayor parte de las interrogantes humanas que hoy se presentan. Las universidades ante todo son instituciones sociales, en ellas está la labranza del germen que impulsa el desarrollo económico, social y cultural de la sociedad, son los estudiantes la razón de ser del gran ecosistema de conocimientos, ideas, pensamientos, que pueden hacer de este mundo un espacio más humano, en donde la vida y la aceptación del otro valga tanto como un principio de humanidad. En este sentido, las universidades y con énfasis en las latinoamericanas son los escenarios perfectos para propiciar el dialogo el y encuentro. Es el espacio de inteligibilidad que da cuenta de la acción y la reflexión crítica sobre las condiciones de la enseñanza y el aprendizaje; es el lugar de la práctica donde se devela la ontología del ser docente y sus manifestaciones en la praxis, su sensibilidad y capacidad como enseñante. Es en el acto educativo donde se articulan dialógicamente el pensamiento y la acción, la teoría y la práctica. Es la investigación donde se generan los procesos que permite generar experiencias guiadas y orientadas en las cuales el estudiante descubre, construye conocimientos y desarrolla habilidades propias del quehacer investigativo, hacen uso de ellas a conciencia y con objetivos definidos, seleccionan las destrezas pertinentes a cada situación haciendo más eficiente su labor investigativa. Asimismo, la extensión es el proceso universitario en el que convergen la docencia y la investigación para diseñar y desarrollar proyectos que articulen los conocimientos científicos y técnicos con los saberes y experiencias del entorno, es desde aquí donde la mirada sale del campus universitario y se proyecta hacia las comunidades, para conocer y reconocer el entorno cultural y social, valorar las potencialidades, colocar el foco en la necesidades y demandas y con ello establecer interacciones con los sectores involucrados y potenciar así la formación del estudiante como promotor social. El proceso editorial de esta obra, contó con la participación de un número importante de árbitros nacionales e internacionales, quienes gentilmente nos apoyaron con la revisión formativa de nueve (12) contribuciones y en las que participan veintiocho (27) autores, de diferentes países como Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. A todos ellos, les felicitamos y agradecemos su disposición por aportar y mantener una actitud académica y responsable como universitarios de excelencia y sumarse a este nuevo proyecto editorial, que traspasa las fronteras venezolanas.