“…Por lo anterior, Aguilar et al (2016), señalan que la mejora dentro de estas empresas y sin importar el tamaño de la unidad de producción, se dará cuando se ponga en marcha una administración profesional, ya que es cuando se considerará la evolución de las teorías administrativas para mejorar la rentabilidad de las empresas. Por otra parte, la producción de pequeños rumiantes es muy importante en la ganadería de todo el mundo, específicamente los productos lácteos de origen caprino, los cuales tienen un importante impacto social en áreas de suma pobreza (Dubeuf, 2005;Escareño et al, 2012;Salinas-González et al, 2015), y en determinadas regiones resultan de gran interés por ser un recurso sostenible y muy rentable (Sanz et al, 2003), ya que de su producción deriva la producción de alimentos, contribuyen al empleo y la estabilidad económica, generan valor adicional en las unidades de producción y facilitan el uso de tierras marginales (Escareño et al, 2011); pero tienen la limitante de que son administradas directa o indirectamente por el productor (Cofré, 2001) y la mayoría de las veces, éstos carecen de experiencia en administración. En México, la caprinocultura representa una actividad que mantiene a casi 1.5 millones de personas y está asociada a estratos de población rural con menores ingresos, ya que representa el sustento para el 80% de los productores de subsistencia y se desarrolla principalmente en regiones áridas y semiáridas; las cuales corresponden al 60% del territorio nacional, en donde abundan agostaderos con limitados recursos naturales y zonas con alto grado de marginación (Guerrero-Cruz, 2010;SAGARPA, 2007).…”