El pensamiento juvenil de Carlos Astrada (1916-1927) está signado por una preocupación fundamental: la posibilidad, para el ser humano, de establecer nuevos “ideales” y “valores” capaces de suplantar a los viejos valores de la civilización capitalista. El propósito principal del presente trabajo radica en identificar los variados alcances que tiene el concepto de “ideal”. Tras un primer apartado en que se establecen algunas bases para considerar la filosofía de la vida subyacente a los desarrollos astradianos, el trabajo se divide en otros tres apartados que siguen la cronología de los textos del autor. En el primero se considera el lugar que tiene, para Astrada, el “ideal” como elemento operativo en la historia, para lo cual se indaga en la influencia que la filosofía de Jean-Marie Guyau ha tenido en su pensamiento, dimensión no advertida por la crítica. En el segundo se aborda la relación entre los conceptos de “ideal” y “vida”, y la impugnación que Astrada realiza de las posiciones “idealista” y “empirista”, a las que juzga igualmente unilaterales y estériles para pensar una ética acorde a los nuevos tiempos. En ese sentido, Astrada buscará una “posición intermedia” entre ambas perspectivas, que llamará “síntesis vital” y que estará posibilitada por un diálogo filosófico trazado, fundamentalmente, con Georg Simmel, Manuel García Morente, José Ortega y Gasset y Oswald Spengler. En el tercer apartado, por último, se analiza el ideal como elemento capaz de otorgar un sentido orientador al cúmulo creciente de las actividades humanas, signadas por la especialización, en una operación que puede interpretarse bajo la clave romántica de “recuperar” la Totalidad, que se considera perdida en la Modernidad. Para ello se dará cuenta del diálogo filosófico que Astrada establece con Georg Simmel y Rudolf Eucken.