Del análisis de las Elecciones de 2019 en España se desprende que la televisión ha dejado de ser ese medio fundamental en la estrategia comunicativa de los políticos y sus equipos, al menos si nos atenemos a la participación de éstos en programas de «infoentretenimiento» desde los cuales acercar sus figuras y sus propuestas de forma afectiva y simpática a la audiencia, como sí lo fue en las Elecciones de 2015 y 2016 donde la presencia de políticos en este tipo de espacios vivió una eclosión.En la actualidad, en cambio, ese interés, sin descartar la televisión del todo, se ha volcado hacia las redes sociales, de acuerdo con una tendencia global. Lo hemos visto en casos muy estudiados, como los de Trump y Bolsonaro, pero también en otras realidades muy diferentes entre sí. Por ejemplo, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se ha revelado como un político de éxito, en parte, gracias al uso muy personal y emocional de su perfil de Instagram, donde aparece casi como una celebridad. En Italia, por su parte, el discurso emocional y hasta cierto punto populista está siendo utilizado cada vez más por los candidatos de todos los partidos, independientemente de si éstos se pueden considerar tradicionales o emergentes. Y el uso de estas estrategias por algunos políticos taiwaneses en Facebook les está permitiendo mejorar sus resultados electorales.En España este salto todavía se está realizando con mucha cautela y adoptando un comportamiento conservador, como señalan estudios previos. Aún así, se aprecian ciertas diferencias entre los partidos emergentes (Podemos, Ciudadanos y VOX) y los más tradicionales (PSOE y PP), que se extienden a ámbitos autonómicos. Por ejemplo, y a pesar de tener ideologías opuestas, tanto Podemos como VOX, y en menor medida Ciudadanos, tratan de aprovechar las herramientas que favorecen las redes sociales para trasladar a los ciudadanos sus mensajes con un envoltorio más emocional o centrado en aspectos que apelen a los sentimientos y a lo más íntimo. Una estrategia que tanto Podemos, en especial, dominaba dentro del ámbito televisivo y que no termina de aprovechar en las redes sociales, donde VOX parece rentabilizar mejor.Las campañas de comunicación que las distintas formaciones políticas han desplegado en general en las redes sociales han carecido de una estrategia definida y ambiciosa, relegando su comunicación política más a una suerte de procesos de réplica de ciertos contenidos audiovisuales, antes ya explotados en medios tradicionales, que apostando por innovar con propuestas más arriesgadas en las que se exploren territorios más afectivos o cercanos al entretenimiento.En todo caso, se trata de comportamientos todavía muy tímidos y resistentes, cuya evolución deberemos seguir observando en los próximos años para valorar si esta nueva realidad mejora o empobrece la calidad del debate público.