“…En ese sentido, no es casual el que estos proyectos surjan precisamente en Buenos Aires en los años 60, y ello no sólo por las específicas características de la neovanguardia artística argentina, con la que comparten algunos de sus rasgos más prominentes, sino sobre todo por la manera en que, más allá de ésta, ambos continúan y renuevan una específica tradición argentina de escritura y pensamiento de lo ilegible. En otras palabras, no es casual que los pseudoalfabetismos de Ferrari y Dermisache surjan precisamente allí donde se desarrolló una de las vetas más vigorosas de "escritura errante" en la tradición latinoamericana (Prieto 2016). Si estos proyectos se parecen, quisiera sugerir, no es tanto porque puedan haberse influido de una u otra manera (lo que desde luego no es descartable), sino más bien por la manera en que esa tradición influye en ambos a la vez -de hecho, se diría que lo que los une, más que puntuales parecidos, son las diferentes maneras en que dialogan con esa tradición.…”