El concepto de democracia paritaria ha adquirido un creciente protagonismo en los estudios de género y política a lo largo de las últimas cuatro décadas, sirviendo de soporte político y jurídico a las estrategias de discriminación positiva incorporadas en múltiples áreas de la acción política (conciliación, legislación laboral, formación) y entre las que destaca el sistema electoral como variable institucional ligada a la representación política de las mujeres. En este proceso, la agenda internacional de investigación, así como las recomendaciones y normativas de numerosas organizaciones internacionales, han influenciado de forma significativa los discursos que han llevado a partidos políticos, parlamentos y gobiernos al desarrollo de estrategias destinadas a lograr la paridad. La mayor presencia de las mujeres en las instituciones representativas no queda exenta, sin embargo, de obstáculos persistentes que, de manera formal e informal, impiden su participación real y efectiva en los procesos de adopción de decisiones, como demuestra la distribución diferenciada de diputados y diputadas en comisiones parlamentarias o ministerios según su ámbito material (segmentación horizontal) o según la relevancia de la estructura directiva y poder de decisión (segmentación vertical). El estudio de la democracia paritaria ha demandado un reconocimiento de su impacto en términos de fortalecimiento democrático. Del mismo modo, dada la complejidad de los factores que inciden en la discriminación de las mujeres, las variables explicativas se han agrupado en factores institucionales, ideológico-culturales y socioeconómicos. En última instancia, las cuotas electorales presentan una diversidad de modalidades cuyo análisis lleva en la actualidad a una agenda de investigación dirigida a evaluar el impacto real que las mismas han tenido sobre la participación igualitaria de mujeres y hombres.