El propósito de este artículo es presentar algunas de las contribuciones más importantes de José Ortega y Gasset al estudio de la afectividad. Tal como se indica en el título, no se trata aquí de un análisis exhaustivo de este tema, sino, más bien, de esbozar algunas notas básicas para un estudio sistemático ulterior, entendiendo por sistemático el análisis que permita dar cuenta del papel que juega la afectividad en la arquitectura filosófica orteguiana. Para ello, la tesis que se defiende a lo largo del texto es que, a diferencia de otras interpretaciones, como la de Antonio Rodríguez Huéscar o Pedro Cerezo, de quienes este trabajo se ocupa, los análisis orteguianos de la afectividad se formulan y legitiman fenomenológicamente, esto es, en el paradigma de la filosofía fenomenológica inaugurada por Edmund Husserl. Para apoyar esta última tesis se toman como base, por un lado, los estudios de Javier San Martín y, por otro, los de Manuel Granell, discípulo de Ortega exiliado en Caracas a partir de 1950.