“…Son numerosos los autores que, aun reconociendo el valor potencial de la interacción científica transnacional, cuestionan los patrones dominantes de internacionalización investigativa. Estos cuestionamientos se fundamentan en las consecuencias adversas como son la homogeneización de las instituciones sometidas a un único modelo de calidad, poco adaptable a los contextos locales (Yarzábal, 2004; Asociación Internacional de Universidades, 2012; Universidad Nacional Autónoma de México, 2012), la limitada divulgación local de la producción científica (Cueto, 1988;Universidad Nacional Autónoma de México, 2012;Yang, 2002), la fuga de cerebros, el desgaste de liderazgos y pillaje de capacidades científicas (Albornoz et al, 2002;Asociación Internacional de Universidades 2012;Balán, 2009;Delgado et al, 2016;Didou-Aupetit, 2009;Sánchez, 1983;Schwatrzman, 2009;Wilson, 2013). Las críticas a los mecanismos generalizados de internacionalización se basan también en la asimetría colaboradora entre los investigadores y la subordinación a los centros mundiales de la ciencia, los cuales fungen como responsables de la definición temática, formulación, conducción y validación de las iniciativas (Gaillard, 1994;Kreimer, 2013;Naidoo, 2007;Oregioni, 2017).…”