Los capitanes mercantes ejercieron un papel fundamental en el despegue del comercio (trans)atlántico durante la Edad Moderna. Sin embargo, los largos períodos a bordo, los inciertos tiempos de escala en los puertos y la itinerancia de sus singladuras marcaban un estilo de vida caracterizado por el desarraigo y unas relaciones personales muy condicionadas. A través de tres casos de patrones de comercio irlandeses que operaron desde Bilbao en el siglo XVIII —Moriarty, Malaghlin y Magra— se trata de visualizar la carrera de estos profesionales y las implicaciones sociales y afectivas que ello tenía en su estilo de vida, así como la labor de interconexión entre gentes que desempeñaron.