Resumen: El coronavirus emergió en un espacio donde tanto el poder que oprime como los oprimidos coinciden en el deseo de vigilar y de ser vigilados, por la acción de las redes sociales, que generan seres superfluos que cambian su intimidad por un like. De ahí que llegamos a un capitalismo donde la epidemiología antecede a la demografía (epidemiocapitalismo): la población se organiza según la lógica ultraindividual de control de la pandemia (pasaportes inmunológicos, supervisión de contagios). Con el concepto de máquina de guerra nómada de Deleuze y Guattari, se analiza el covid-19 como un paisaje estético en el que las territorialidades se definen desde los bordes que contaminan y no desde unas coordenadas que delimitan. Se concluye que este totalitarismo perfecto, al que se denomina net-f(l)asci(x)smo, por tener como acicate el ocio, puede transitar hacia formas de disidencias.