“…De lo anterior, considerar la pertinencia de implementar una renta básica universal favorecería a los más de 15,3 millones de trabajadores con ingresos menores al salario mínimo, es decir el 12% de la población mexicana, además permitiría que el 40% de la población que no tiene acceso a la canasta básica alimentaria sean beneficiarios, disminuyendo la brecha de desigualdad. Como el caso de Barcelona el B-Mincome, que está enfocado a usuarios de servicios sociales, que tienen las rentas más bajas (Tena Camporesi, 2018). Lo anterior con la finalidad de permitir al beneficiario periódicamente aplicarlo a cumplir metas determinadas en su plan de vida (Rey Pérez, 2020), de tal forma que se plantea como una medida para sectores más vulnerables, con características de individualidad, periodicidad y compatibles con otras rentas, e incondicionalidad para evitar el clientelismo político y universal (Raventós y Soriano, 2010).…”