“…La tutoría universitaria se define asociada a las respuestas que ofrece a las necesidades académicas, sociales y personales de los estudiantes a lo largo de su formación superior (Arraiz, Berbegal & Sabirón, 2018). Su organización es desigual entre las instituciones, pues su reconocimiento y la disposición de recursos resulta variable: desde planes de tutorización sistematizados con unidades específicas a espacios etéreos que vuelcan la tutoría sobre las responsabilidades docentes sin una formación específica (Yale, 2019), aunque en la universidad española abunda un enfoque parcial, que reposa sobre la docencia universitaria y que, colateralmente, demanda un mayor reconocimiento (Castaño, Blanco & Asensio, 2012;Del Rincón & González, 2010;Arraiz, Berbegal & Sabirón, 2018). La tutoría universitaria se asocia a un aumento del rendimiento y el aprendizaje del estudiante, así como con la reducción del abandono universitario (Clerici & Da Re, 2019) y resulta pertinente a las demandas del Espacio Europeo de la Educación Superior, pues subraya el interés en la promoción de la autonomía y la responsabilidad (Pascual, 2016), privilegiando una tutoría formativa con transcendencia en la carrera del estudiante (Fernández, 2015).…”