“…Aunque las disputas entre bienes comunes y mercancías, conservación in situ y ex situ, y concentración corporativa y soberanía alimentaria y de semillas se agudizan cada vez más, es innegable que el sector campesino se ha constituido en un actor central en la definición de la geopolítica contemporánea de los recursos fitogenéticos (Borras, 2023). Entre los logros más importantes de estas manifestaciones podemos identificar: (a) la reafirmación de las semillas campesinas y los conocimientos campesinos asociados como parte de los bienes comunes de las comunidades agrarias (FAO, 2022); (b) el rechazo a los OGM, el cual en algunos países como México conllevaron a la prohibición de la siembra y experimentación en territorio nacional con maíz en 2013 y, más recientemente, a la progresiva eliminación de las importaciones de maíz transgénico para consumo humano (Hernández Rodríguez, 2023); y (c) la afirmación de la agroecología, tanto en el nivel político como ecológico, como una alternativa al modelo de agricultura industrial tanto en el ámbito de las semillas como de los agroquímicos, lo cual ha incluido una crítica a las prácticas monopólicas de las grandes corporaciones, siendo la oposición a Monsanto (y con ella la oposición al dúo Monsanto, es decir, OGM-glifosato) una de las más articuladas a nivel global (Rosset y Altieri, 2017).…”