“…Sin embargo, Nogué (2015) expone que el ser humano es emocional y espacial debido a su interacción continua con los lugares, paisajes, espacios públicos, espiritualidad y tiempo, a quienes se atribuyen sus propios significados, según las experiencias, aspiraciones, recuerdos, tradiciones, rituales, que evocan pensamientos e ideas propias de la gente. Así, cualquier conducta, actividad o acción humana está condicionada por un espacio determinado, puesto que, como indican Cruz Petit (2014) e Hidalgo-Arango (2017) los espacios, lugares o territorios no son aspectos exteriores al ser humano, sino algo constitutivo que influye en las prácticas sociales y culturales de una persona. De manera que la escuela no solo es considerada como una estructura f ísica y material, ya que también es un espacio de construcción social y cultural (Sapiains y Zuleta, 2001;Viñao, 1992).…”