“…La incapacidad para la anticipación se une a la inacción para erosionar el autoconcepto, sujeto a una presión multidimensional alimentada por las dinámicas cognitivas circulares y los sesgos mencionados, y por un patrón de notable deterioro psicofísico. De este modo, la percepción de estar en posesión de conductas ineficaces para afrontar el contexto aversivo y la importante carga de incertidumbre que conduce a sentimientos de incontrolabilidad, se traducirán en la víctima en el desarrollo de lo que se conoce como conducta de victimización, especialmente asociada con los principios de la teoría de la indefensión aprendida de Seligman, que comprende el establecimiento en la mujer de conductas de entrega pasiva bajo la inevitabilidad de las consecuencias derivadas de la situación aversiva (Seligman, 1975;Abramson, Seligman y Teasdale, 1978;Peterson y Seligman, 1983). También, la ausencia de control sobre los elementos traumáticos estaría impulsada por lo que Hoier denomina <<aprendizaje traumático>> (Hoier et al, 1992), que provendría de la exposición de la mujer a una superposición de programas concurrentes de aprendizaje, definidos por el refuerzo positivo de las respuestas de la víctima deseadas por el agresor y el castigo para cualquier conducta de resistencia.…”