“…La reflexividad surgió precisamente del deseo de investigadoras críticas feministas de generar relaciones más igualitarias entre ellas y las participantes de sus estudios, y consiste en repensar y reflejar las relaciones de subordinación y privilegio que surgen en los procesos de investigación convirtiéndolas también en objeto de estudio y haciendo explícitas las complejas tensiones, contradicciones y negociaciones que conllevan; en lugar de enmascarar las dinámicas de poder que afectan a la investigación, supone representar y analizar dichas desigualdades, lo que necesariamente implica repensar el posicionamiento de la persona investigadora respecto a las participantes, así como revisionar sus propios sesgos, prejuicios y paradigmas científicos (Finlay, 2002;Alkon, 2011;Baird y Mitchell, 2014;Gandarias, 2014aGandarias, , 2014b). En este sentido, tanto la standpoint theory de Harding, como el "conocimiento situado" de Haraway, invitan a una práctica reflexiva dentro de la investigación; para estas autoras, el problema no reside tanto en la relación asimétrica que surge al "hablar por las demás", sino en hacerlo de forma no responsable, sin asumir nuestra mirada parcial ni reconocer nuestra posición situada, ya que tal y como señala Gandarias Goikoetxea (2014b: 300): "no sólo la acción de hablar por las demás mantiene las relaciones de dominación social, sino que también éstas se reproducen bajo la supuesta inacción de silenciar nuestra voz.…”