“…Debemos tener en cuenta como señala Mohanty (2008), que las pedagogías feministas son situadas, ya que ponen la mirada en lo local, buscando la transgresión estructural que nos lleva a lo individual y colectivo, pasando por los cuerpos, las emociones, las conductas, lo simbólico y los diversos lenguajes que circundan a las personas. Partimos de la premisa que el feminismo no es un término unitario, así como tampoco lo es la pedagogía, por todo ello, no hay un único saber ni una única experiencia, por el contrario, es necesario visibilizar e identificar cómo los distintos cruces de opresiones y privilegios nos construyen como ciudadanía teniendo en cuenta aspectos claves como la raza, la clase, el género, la sexualidad, la edad, entre otros (Platero, 2012). Autoras como Blanco (2010), aluden que es necesario romper las barreras y narraciones androcéntricas y coloniales, en las cuales se prima una única manera de conocer y donde se legitima una única forma de conocimiento valioso.…”