El soneto prologal del libro II de Versos (1619) de Fernando de Herrera ofrece una profusión de tópicos clásicos: es “Amor” quien inspira al poeta. Este, en la estela de Propercio y Tibulo, y primero en la literatura hispánica, recoge “flores”, que simbolizan versos, en las riberas del Betis, río que, esclarecido por el canto, se levanta orgulloso sobre otros ríos de la tradición literaria.