En este artículo se ofrece una apretada visión de síntesis sobre la arquitectura desarrollada en tierras aragonesas entre la primera mitad del siglo XV y los primeros compases del XVII desde el reconocimiento de la coexistencia de dos tradiciones constructivas diferentes —la arquitectura levantada con ladrillo y con yeso, y la realizada en piedra— que, partiendo de lenguajes artísticos de raíz medieval, experimentaron dos fenómenos artísticos distintos a lo largo de todo este tiempo ya que, por un lado, conocieron una evolución que podría entenderse como propia y, por otro, sirvieron de cauce de expresión a quienes trataron de aplicar el nuevo sistema artístico renacentista que se estaba articulando en la Península Itálica, ofreciendo formas —y respondiendo a estilos— que irían desde el gótico hasta el clasicismo pleno.