En educación superior resulta evidente la necesidad de un cambio en los planes y estrategias que los docentes implementan en sus prácticas, una renovación capaz de atender la complejidad en la que vivimos y que contemple la protección de la sociedad y el medioambiente como elementos de prioridad en el quehacer de los futuros profesionales, de manera que puedan responder congruentemente a las problemáticas actuales. La necesidad de cambio no es un descubrimiento de los últimos años, es un tema que ha estado en discusión por mucho tiempo, sin embargo, los esfuerzos e iniciativas para transitar a un nuevo modelo han resultado poco efectivos o insuficientes. El modelo educativo fundamentado en diseños estructurados exclusivamente con disciplinas desligadas unas de otras dificulta dar una respuesta integral a las complejas problemáticas sociales que se nos presentan. Por ello, las instituciones de educación superior se plantean la superación del paradigma educativo tradicional, que involucra la enseñanza separada en disciplinas (asignaturas), para dar paso a modelos transdisciplinarios que abarcan varias disciplinas en forma transversal; no solo de nombre o con retoques a lo existente, sino hacia un enfoque que pueda trascender con un salto cualitativo. La transformación implica que desde las aulas se asuma la enseñanza abordando el sujeto u objeto de estudio de manera que se integren las diversas dimensiones y áreas del saber que lo componen, a fin de posibilitar una comprensión lo más cercana a la complejidad del mismo. Para lograrlo, debe abrirse el diálogo para la trans-formación de la educación superior, escuchando diferentes voces, no solo académicas, y que incluya todos los niveles y actores involucrados en la educación superior. La propuesta de esta reflexión sugiere la transdisciplinariedad como una forma de lograr esta transformación.