“…Los escenarios de simulación clínica han sido ampliamente explorados en medicina y enfermería como estrategia de aprendizaje y han demostrado ser efectivos para la adquisición de competencias, acercando a los estudiantes a su práctica real (Afonso et al, 2020; Serna y Martínez, 2018) brindando nuevas posibilidades de enseñanza -aprendizaje, favoreciendo que los estudiantes adquieran conocimientos significativos (Kennedy et al, 2014;Brady et al, 2015) donde éste, es un actor partícipe del proceso de atención clínica en un ambiente determinado, controlado por el docente (Laschinger et al, 2008), permitiendo recrear escenarios lo más cercano a la realidad hospitalaria, sin exponer a los estudiantes a riesgos comunes, como por ejemplo enfermedades infecto-contagiosas. Por otra parte, se puede practicar un sin número de veces en los diversos simuladores, mejorar las técnicas sin lastimar o poner en riesgo a un paciente (Mould et al, 2011;House et al, 2016) fomentando la seguridad de los pacientes, como la autoconfianza en los estudiantes, ya que, este puede tomar decisiones, crear estrategias y resolver problemas de forma más eficiente en el quehacer de la profesión (Kononowicz et al, 2019). Por otro lado, Kawarai et al (2020) en una revisión bibliográfica de 17 estudios sobre el efecto de la simulación de baja y de alta fidelidad para procedimientos no laparoscópicos, en las habilidades de procedimientos, detectaron que 15 de los 17 estudios mostraron que la simulación de baja fidelidad produjo resultados similares a la simulación de alta fidelidad; además concluyeron que los simuladores de baja fidelidad pueden proporcionar importantes beneficios educativos a estudiantes menos experimentados.…”