“…Para entonces, Esparta mantenía unas excelentes relaciones con el santuario délfico (Defradas, 1954), fruto de la vinculación de la propia historia de la polis con la institución religiosa a través de los siglos. La tradición espartana había enlazado hábilmente su sistema sociopolítico, recibido de la mano del mítico Licurgo, con el oráculo, de manera que los pilares del edificio institucional lacedemonio (la diarquía, la gerousia o consejo de ancianos y la apella o asamblea ciudadana) quedaron indisolublemente ligados a los preceptos de Apolo (véase Scott, 2015;Nafissi, 2018;Nafissi, 2019). Tal era la sintonía entre ambas entidades que Esparta es el único estado de la antigua Grecia en el que se documenta la existencia de unos personajes responsables de enviar las pertinentes embajadas al lugar: recibían el nombre de pythioi o «pitios» y, según Heródoto (VI,, eran «los encargados de ir a consultar a Delfos» 1 .…”