Los dos personajes principales de El tango de la vieja guardia siguen la estela de los grandes personajes de Pérez-Reverte, pero muestran una complejidad superior. Max Costa, con un alto concepto de sí mismo, se transforma en el momento que conoce a Mecha Inzunza y depende de cómo se ve reflejado en las palabras y las lecturas de ella y en sus encuentros. Mecha es una mujer formidable, en todo superior a él, que ejerce poder en el sentido de Foucault: le incita, induce, seduce, facilita y actúa sobre él incluso cuando él se siente viejo y sin fuerzas. La novela se plantea como una partida de ajedrez aplazada, con misterios y guerras, con Mecha como maestra del juego y con Max, sin percatarse, como peón y ayudante. La inequidad de los roles de género se subvierte y quien domina es Mecha, que sabe leer los acontecimientos mucho mejor.