EDITORIALDesde que hace cinco años Vicky Zunzunegui abordara una pregunta parecida en esta sección 1 , distintas contribuciones a la Revista han tratado el tema según muestra el índice por materias de su excelente página web. Afortunadamente, el editorial brota espontáneo pues la petición del mismo llega tras la presentación en Davos del libro del top-gurú mundial Porter sobre reformas de sistemas sanitarios (ventas millonarias aseguradas) y el mucho más interesante duelo reciente en OK Health Affairs entre David Cutler 2 , conferenciante inaugural de las XXV Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud (Barcelona, 2005), y Elliott Fischer 3 , conferenciante inaugural de las XXIV Jornadas AES (El Escorial, 2004), cuyos entresijos servirán, en lo que sigue, para situar los dos artículos de este número de la revista que me piden enmarcar.
Del buen empleo de la calderillaEn promedio, la atención sanitaria produce más beneficios, en cantidad y calidad de vida, que costes pero, al mismo tiempo, más no siempre es mejor sino que, con frecuencia, suele ser peor. Como sociedades gastamos ingentes sumas desarrollando nueva tecnología (900 millones de dólares, por ejemplo, cada medicamento) y sólo calderilla hallando formas de utilizar mejor la tecnología de la que ya disponemos. Sin embargo, para conseguir asistencia de calidad basta aplicar lo que ya se sabe y recordar las constataciones básicas que venimos repitiendo hace años:1. Los sistemas sanitarios funcionarán cuando los profesionales sanitarios que asignan los recursos tengan la información y los incentivos convenientes para tomar decisiones clínicas coste-efectivas.2. La auténtica gestión sanitaria y la auténtica gestión clínica pasan por reducir el 'abismo' entre lo que puede lograrse, con la tecnología y los recursos disponibles, y lo que realmente estamos obteniendo.
No pagues por A si quieres obtener B.Si pretendes calidad paga por ella. Cuestión de incentivos entre dos actores: el usuario y el profesional. Algo se puede hacer sobre el primero, mucho sobre el segundo.El mismo año que el editorial antes citado 1 , la publicación del Informe del Instituto de Medicina de EE.UU.4 confirmó que entre la asistencia sanitaria que tenemos y la que podríamos tener no sólo existe un trecho sino un abismo. No falta dinero ni tecnología