“…Por ejemplo, en investigaciones de inducción de estrés agudo en ratas, se logra evidenciar que existe un aumento del fenotipo proinflamatorio de los macrófagos periféricos hepáticos, un aumento de la expresión de la sintasa de óxido nítrico inducida y un aumento de la activación de la vitamina D. (26) En tanto, en el estrés crónico se producen cambios neuroplásticos ante la respuesta de un estresor que al inicio fue agudo, pero luego al convertirse en sostenido abrumó los mecanismos de retroalimentación regulatorios, generando cambios estructurales y funcionales básicos para la generación de eventos desfavorables para el individuo (27) . Estudios en ratones evidencian la relación que existe entre el estrés crónico y el desarrollo de anomalías estructurales y funcionales de la amígdala, la corteza e hipocampo, reduciendo los niveles de glutamato, acetilaspartato y colina, pero aumentando los niveles de creatina y mioinositol, lo que generaría agotamiento celular; así como también la activación permanente y no controlada del eje HHS, desencadenando hiperglicemia por la liberación constante de catecolaminas y corticosteroides (28,29) . Algunos estudios incluso relacionan al estrés crónico con la reducción marcada de los niveles de dopamina y serotonina en ratones con inducción de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, acelerando la progresión de la enfermedad.…”