La pandemia causa por el virus COVID-19 ha provocado una crisis sanitaria mundial sin precedentes en las últimas décadas. La reacción mayoritaria de los estados, aparte de las medidas estrictamente sanitarias, ha sido la limitación de los derechos que implicaban movilidad y contacto social a fin de evitar la transmisión de la enfermedad. Prácticamente todos los países han establecido confinamientos de la población de diversa intensidad. Estas medidas han afectado diversamente a los diversos sectores sociales y han tenido una influencia notoria, aunque desigual, en la evolución de la criminalidad, Para el cumplimiento de estas medidas se ha requerido la actuación de la Policía (en menor medida al Ejército), Este trabajo pretende demostrar que el papel de la Policía en cada país no ha estado directamente relacionado con la gravedad de la pandemia o la mayor disciplina o indisciplina de la ciudadanía sino en función de la cultura política y los modelos policiales adoptados en los diversos países. Finalmente, el trabajo esboza las pautas que deberían presidir la actuación policial en situación de pandemia para conseguir unas conductas más seguras por parte de la población, sin agravar la situación de los grupos especialmente vulnerables, ni incrementar las desigualdades y mantener la confianza de amplios sectores sociales.