“…la izquierda mayoritaria se encuentra alejada de esas posiciones, pero sufre el pesar de sus fantasmas propios, acorralada entre las lógicas de competición partidaria y la incapacidad (o falta de voluntad) de transformar el significado de lo democrático. En efecto, la mayor parte de los proyectos de corte socialista han aceptado acríticamente los sesgos elitistas de las instituciones democráticas representativas, la exclusividad de los mecanismos electivos y partidarios, así como el autoritarismo del capital en el seno de las relaciones sociales de producción (Schumpeter, 1983;Held, 2008;Moreno Pestaña, 2021;Díaz Macías, 2022). Esta adaptación a la democracia capitalista realmente existente se explica, entre otros factores, por la renuncia (explícita o implícita) de una transición hacia un tipo de sociedad distinta.…”