“…De esto se desprende el debate entre quienes la defienden, manifestando que, para trabajar síntomas postraumáticos, es la ideal (Figueroa et al,2016); aunque no se sabe bien cómo funciona, parece contribuir al reprocesamiento emocional de los recuerdos traumáticos (Lee et al, 2013) y así lo respaldan revisiones como las de Marín , Guillén y Vergara (2016), señalando la eficacia de EMDR frente a otras técnicas eclécticas y unas mejoras más rápidas cuando se compara con tratamientos farmacológicos o con terapia cognitivoconductual. Por otro lado, a diferencia de otras técnicas, la EMDR no parte de un conocimiento teórico sino de una experiencia personal de su creadora, lo que ha generado muchas controversias sobre la cientificidad de la misma (Marín et al, 2016). A esto se suma, lo expuesto por Caballo y Salazar (2019), en donde se manifiesta que la EMDR, al igual que las pseudociencias son más propensas a ser impulsadas por objetivos ideológicos, culturales o comerciales, pagándose grandes sumas de dinero para acceder a la capacitación exigida por la autora para practicar su técnica.…”