En junio de 2017, la Cárcel Modelo de Barcelona se vació de reclusos, lo que parecía señalar el fin de un prototipo edificatorio (la planta estrellada, que tuvo una difusión notable durante los siglos XIX y XX), así como el de una confusa y dubitativa relación del encierro con el tejido urbano. A lo largo del ochocientos español hubo una serie de tanteos para abordar una reforma penitenciaria que ya avanzaba en otros lugares de Europa. Veremos el esfuerzo realizado, pero también la penuria de los logros obtenidos, salvo excepciones, en ese camino. Ese proceso culminó, en cierto sentido, con la elevación de tres grandes cárceles Modelo: la de Madrid, la de Barcelona y la de Valencia. En estas páginas nos ocuparemos de las dos primeras, integrándolas en esa dinámica destinada a poner en marcha la reforma penitenciaria, de la cual, estos establecimientos deberían ser un motor privilegiado.