El redescubrimiento de los herbarios de Diego Hurtado de Mendoza en la Biblioteca de El Escorial permite ofrecer una mirada diferente a la biblioteca del aristócrata, diplomático, coleccionista y poeta granadino. Cuando su biblioteca pasó a manos de Felipe II, tras la muerte de Mendoza en 1575, los herbarios se incorporaron al programa cultural, político y artístico que se estaba creando en torno al monasterio-palacio-mausoleo. Este artículo pretende proponer una nueva mirada a estos herbarios situándolos en los dos contextos culturales en los que vivieron, el de su producción y el de su recepción. Ambos contextos se basaron no sólo en la biblioteca mendocina como espacio de construcción de conocimiento sobre el mundo natural, sino también desempeñando diferentes roles dentro de una biblioteca que se había movido entre Italia (Venecia, Trento, Padua, Bolonia, Roma) y España (Granada, Madrid, El Escorial) a lo largo de cuatro décadas decisivas para el futuro de la Monarquía Católica.