La insuficiencia cardiaca (IC) representa uno de los problemas mundiales de salud pública más importantes, ya que existe un aumento en su prevalencia y se estima que 23 millones de la población mundial viven con este problema. Esta entidad se define por la presencia de anormalidades estructurales y funcionales del músculo cardiaco que conducen a un deterioro en la capacidad del llenado y eyección ventricular. Múltiples comorbilidades se han asociado a un incremento en el riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares. La hipertensión se ha reconocido como uno de los factores más importantes, sin embargo, la obesidad, el síndrome metabólico, así como la diabetes, también juegan un papel importante en la aparición de dicha enfermedad. Es frecuente encontrar en pacientes hospitalizados con IC deterioro en el estado nutricional caracterizado principalmente por la presencia de deficiencias nutricionales y sarcopenia, que, en ocasiones, puede progresar y manifestarse como caquexia. Por lo anterior, una evaluación adecuada mediante el uso correcto de herramientas para detección de riesgo nutricional es imperativa, se hace necesaria para prevenir los riesgos que esto implica. Existen múltiples parámetros antropométricos y bioquímicos para definir el estado nutricional de los pacientes hospitalizados, sin embargo, las alteraciones en el volumen sanguíneo presentes en pacientes con IC pueden alterar el resultado de dicha evaluación. Las modificaciones dietéticas en la prevención y tratamiento de diversas enfermedades cardiovasculares mediante un buen apego a patrones de alimentación tales como la dieta DASH (enfoques dietéticos para detener la hipertensión, por sus siglas en inglés) y la dieta mediterránea se han asociado inversamente con la incidencia de IC.