En Cali, la reglamentación de la prostitución se convirtió en política pública durante las primeras décadas del siglo XX. Aunque los trabajos sobre la prostitución en esta ciudad se han centrado en los debates legales y médicos en torno a su reglamentación, pocos han examinado las peticiones que los residentes de la ciudad enviaron al Concejo Municipal en torno a esta. Este artículo emplea como marco interpretativo los conceptos de negociación, narrativas e imaginarios sociales para analizar las peticiones enviadas en la década de 1930, buscando así comprender como se gestaron las relaciones entre Estado-sociedad y entre diferentes miembros de la comunidad. Concluye, a partir del análisis textual de las peticiones, que algunos miembros de la comunidad establecieron límites a la inclusión de grupos estigmatizados y, que, en ocasiones, las mujeres que ejercieron la prostitución retaron dichos límites. Sugiere que la forma en que los caleños definieron la ciudadanía, y quienes merecían ser incluidos dentro de su comunidad variaba, dependiendo en muchos casos de la posición que estos ocupaban en la jerarquía social y/o moral de la ciudad y de cómo cada uno de ellos construía su identidad en relación con los demás residentes.