La interpretación de los datos analíticos, en ocasiones, se plantea como un reto. Los síntomas y los signos generalmente nos ayudan a valorar acertadamente la relevancia de esas alteraciones. Sin embargo, ante la ausencia de datos clínicos, se puede caer en el error de minusvalorar ciertas alteraciones analíticas y desistir de cualquier esfuerzo diagnóstico.Presentamos el caso de un paciente, varón de 33 años, previamente sano, remitido por su médico de cabecera por la detección, en una analítica rutinaria, de una marcada eosinofilia (6.660 neutrófilos/ml). No presentaba ningún síntoma, ni signo en el interrogatorio dirigido. No había realizado viajes al extranjero, ni consumido alimentos sin control sanitario. En una nueva analítica, destacaba una notable eosinofilia (5.680/ml) con discreta elevación de las transaminasas y de la proteína C reactiva. En el proteinograma llamaba la atención un aumento policlonal de las gammaglobulinas, especialmente de la IgG y de la IgE. Las pruebas alérgicas, las serologías frente a VHA, VHB, VHC y VIH, los parásitos en heces y una serie de autoanticuerpos fueron negativos. En la ecografía se detectó una lesión hepática por lo que se solicitó la determinación de alfa-fetoproteína, que fue normal. Una RNM abdominal mostró varias lesiones hepáticas que por su morfología eran muy sugestivas de fascioliasis hepática. Ante estos hallazgos se pidió serología de diferentes helmintos (fascioliasis, hidatidosis, filariasis, esquistosomiasis, toxocara y teniasis) siendo positiva, a un título de 1:640, los anticuerpos frente a Fasciola hepática. Se administró Triclabendazol 750 mg en dosis única con buena tolerancia y respuesta clínica. En el interrogatorio dirigido no se pudo evidenciar el origen de la infección.La fascioliasis humana es considerada en la actualidad como una enfermedad tropical reemergente, ya que en los últi-mos años su incidencia se ha visto aumentada (1). Aún así, en nuestro medio es poco frecuente (2,3). Es una zoonosis producida por un helminto huésped habitual de algunos herbívoros, especialmente las ovejas, cabras y vacas. Su transmisión es fecal-oral a través de quistes depositados en el agua o en ciertas plantas (berros, menta, valeriana, hojas de diente de león, etc.). Una vez en el interior del intestino, los quistes se activan y atraviesan la pared del tubo digestivo, para llegar al hígado penetrando por la cápsula de Glisson. Finalmente, son eliminado por vía biliar.El período de incubación oscila entre 1 y 3 meses. Se diferencian tres formas clínicas: aguda, crónica y asintomática, que es la más frecuente (2). La forma aguda presenta tres subtipos: la forma típica (80-90% de los casos de fascioliasis aguda) con fiebre prolongada, dolor abdominal, síndrome constitucional e ictericia; la atípica en la que están implicados mecanismos inmunoalégicos no bien conocidos; y la ectópica, donde el parásito puede ser aislado fuera del hígado.Para el diagnóstico es necesario, o bien, el aislamiento del parásito en las heces, que sólo es posible en la fase crónica, o la...