“…Pero si los honores cortesanos se le resistieron, aun cuando estuvo al servicio de Carlos II más de veinte años con producciones de mediana calidad 69 , y como teórico de la pintura sus Principios no son un tratado doctrinal a la manera de Carducho o Pacheco 70 , sus textos -algunas octavas de su prólogo "Al lector aficionado"-resultan de especial interés para valorar con claridad su pensamiento sobre la dignidad de la pintura y su secular envanecimiento, además de por sus "humos nobiliarios" 71 , por su profesión artística: "Dichoso aquel que nace con tal genio, […] pues llega a ser visible lo invisible", presentando al pintor como un "segundo Criador" que eterniza con "primores casi Celestiales" y posibilita con sus obras "la adoración de Cristo y de María", cuyas perfecciones "más que escritas, han de ser pintadas", declarando la omnipotencia divina, como los ángeles que actúan de intermediarios entre la divinidad y los hombres: "Ángeles sois, que publicáis Decretos" 72 , lo que refuerza la probabilidad expuesta de que se represente en el taller celestial que él mismo pinta proclamando la defensa del Misterio concepcionista.…”