En las sociedades capitalistas modernas, la investigación se ha caracterizado por asumir un papel en donde la naturaleza y los sujetos sociales son objetos de conocimiento y de estudio; dicha visión representa una forma de “objetivar” la vida en todas las dimensiones y darle una valoración en el marco de la objetividad. La avidez de imponer un tipo de ciencia, técnica y saber al servicio del interés del capital y el culto al consumo, forman parte de la dinámica socio-política proveniente de los distintos países inmersos en dos paradigmas centrales: el desarrollo y el subdesarrollo. En México y en NuestrAmérica se viene impulsando el “Desarrollo sustentable” como política para superar el “subdesarrollo” y transitar hacia el camino del progreso. Los discursos y la práctica del actual desarrollo homogeneizante, que engloba la política de desarrollo internacional con base en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y la agenda 2030 establecidos por la ONU, se presentan en un contexto de cambio climático, degradación ambiental, destrucción de la naturaleza, sobreexplotación de bienes naturales, expropiación de territorios, desplazamiento de poblaciones y desintegración social. La situación de NuestrAmérica1 no se constituye en un espacio de excepcionalidad, pero sí bajo particularidades y diferencias sustanciales que retroalimentan el debate de los estudios del desarrollo, y cuestionan los paradigmas, métodos y metodologías asociadas a este campo de investigación