“…Por tanto, al igual que concluyeron investigaciones en la misma línea (Aracil-Marco y Gallar-Martínez, 2008; Rodríguez-Fuentes y Machado, 2014), utilizar el Contrato de aprendizaje en el aula universitaria permite desarrollar un aprendizaje de mayor calidad, promueve la autonomía y el compromiso del alumnado, favorece su futuro profesional, aumenta su motivación, facilita poner en práctica la teoría aprendida y mejora las competencias lingüísticas orales y expositivas para su desarrollo académico, social y profesional. Por consiguiente, tal y como indica Hynes (2017), esta metodología considera al alumno como un agente activo del proceso de aprendizaje, finalidad primordial de la enseñanza superior actual (Alcalá et al, 2020), y se convierte en el principal responsable de este a través del acuerdo que realiza con el docente (De Vleeschouwer y Gueudet, 2011), quien se fundamenta en el diálogo, la integridad, la confianza y el respeto para maximizar el aprendizaje (Rivera y Medina, 2017).…”