La cuestión acerca de la mayor o menor idoneidad de los hechos europeos o americanos como temas de la épica histórica se plantea en la Araucana de Alonso de Ercilla (1569-1589) como una alternativa no satisfactoriamente resuelta, en la medida en que la preeminencia teórica de los primeros entra en conflicto con la preferencia práctica por los segundos. De la necesidad de superar esta incongruencia surgen los nuevos modos de representar la conexión entre historia europea e historia indiana propuestos por imitadores de Ercilla como Gabriel Lobo Lasso de la Vega (Mexicana, 1594) y Antonio de Saavedra Guzmán (El peregrino indiano, 1599).