“…Según Salmon (1990), la ansiedad escénica es vivida "como la experiencia de aprensión angustiosa sobre la disminución real de las habilidades interpretativas en un contexto público, hasta un grado que no garantice la aptitud musical del individuo, el entrenamiento o el nivel de preparación de éste" (p. 3); que puede resumirse en un evidente miedo a aparecer frente a una audiencia (American Psychiatric Association, 1994;Kenny, 2008;Studer, Danuser, Hildebrandt, Arial, & Gomez, 2011) Para el intérprete, supone la sensación de niveles extremos de terror, cuya respuesta tiene tres componentes diferenciados: fisiológico (temblores de manos, taquicardia o sudoración excesiva), cognitivo (fallos de memoria, pensamientos negativos hacia la actuación y hacia sí mismos) y motor (evitación de actuaciones o abandono de carrera) (Lee, 2002;McAllister, 2011;Petrovich, 2004;Sandgren, 2002;Spahn, Echternach, Zander, Voltmer, & Richter, 2010) y suelen precipitarse por la exposición pública y la percepción de una posible evaluación negativa por parte de los demás (Osborne & McPherson, 2018 ;Taborsky, 2007). Según diversos estudios, los síntomas cognitivos, como la preocupación excesiva y problemas de concentración, son los que mayor malestar generan (Herrera, Jorge, & Lorenzo, 2015;Kenny, Davis, & Oates, 2004;Langendorfer, Hodapp, Kreutz, & Bongard, 2006;Yağışhan, 2009).…”