“…El bloqueo químico de los receptores deposita el control sobre el médico y deja de lado intervenciones que persigan la toma de control del propio sujeto sobre su conducta. Cuando la dosis no produce aletargamiento, la persistencia en el consumo o el éxito del tratamiento dependen de variables psicoló-gicas (Senbanjo, Wolff, Marshall y Strang, 2009;Zeldman et al, 2004), la satisfacción del paciente con el tratamiento recibido es el mejor predictor de resultados (Kelly et al, 2011), los resultados dependen más de la provisión de servicios psicosociales como complementos del tratamiento farmacoló-gico (Mino et al, 1998), determinadas intervenciones psicoterapéuticas reducen las dosis necesarias (Preston, Umbricht y Epstein, 2000), las dosis bajas se muestran tan útiles como las altas cuando se combinan con tratamientos psicosociales (Langendam, Van Brussel, Coutinho y Van Ameijden, 2001) y los pacientes son capaces de autogestionar sus dosis por encima de las imposiciones de los programas (Harris y Rhodes, 2013). Este enfoque se corresponde con un estilo de provisión de cuidados orientado a la recuperación, y no al control médico/social (White y Mojer-Torres, 2010).…”