“…España, a pesar de haber vivido un ciclo de expansión económica y, como consecuencia, crecimiento del empleo, no ha sido capaz de reducir la pobreza ni la pobreza laboral. Esto se debe, principalmente, a la baja capacidad del sistema de protección social español para corregir las desigualdades a través de transferencias monetarias, propiciado por la escasez de las mismas para las familias en general y, sobre todo, para los hogares con niños y/o con miembros empleados, teniendo un impacto limitado en la reducción de la pobreza (Laparra y Ayala 2009; Rodríguez-Cabrero, 2010 y 2011; Ayala et al, 2013;Tejero, 2018). Por otra parte, desde la perspectiva de la incidencia de los salarios en la capacidad de influir en la tasa de pobreza, Banyuls y Recio (2017), señalan que la pobreza laboral no tendría la explicación tanto en la falta de crecimiento económico como en la existencia de desequilibrios estructurales.…”