El título de mi artículo es algo engañoso, pues nunca fui ni quise ser “político”. Por casualidad y, quizá por alguna virtud, considero un gran honor y una alta distinción haber sido el primer profesor italiano de Ciencias Políticas electo como senador al Parlamento durante tres legislaturas 1983-1987; 1987-1992; 1994-1996. Espero que mis reflexiones sobre por qué, cuándo y cómo arrojen algo de luz sobre la política italiana y sobre la ciencia política en general y, por supuesto, sobre la relación entre política y ciencia política y viceversa. Quizá de ello se deriven algunas lecciones para la profesión y la disciplina, para la política y los actores políticos. Muchas de esas lecciones he intentado trasladarlas a mis escritos. Por ello, los lectores encontrarán referencias a los artículos y libros que he escrito a lo largo de mi vida productiva. En este artículo, mis escritos pretenden iluminar los problemas que voy a tratar, identificar las fuentes de mi pensamiento y sugerir lo que queda por hacer. Afortunadamente o no en política y en el estudio de la política, siempre y en todas partes queda mucho por hacer con viejos y nuevos problemas, buscando viejas, y olvidadas, y nuevas enseñanzas. La ciencia política no es la única respuesta, pero es la que he practicado y sigo considerando más prometedora, preferible e intelectual y políticamente más gratificante.