INTRODUCCIÓNLa fractura de cadera de causa osteoporótica afecta a un segmento de la población de edad muy avanzada (1); la edad media de los pacientes que la sufren es casi 15 años superior que en el caso de las fracturas vertebrales y las de muñeca; la mayor incidencia se produce en los mayores de 74 años (2,3). La prevalencia de la fractura de cadera ha ido en aumento en los últimos años y se prevé que siga aumentando durante las próximas décadas, siendo actualmente ya un problema de salud pública de importante magnitud tanto por su elevada frecuencia como por su alto riesgo y alto coste económico. El aumento mencionado no se puede explicar únicamente por los cambios demográficos (4).Esta fractura puede generar un mayor ó menor grado de deterioro funcional e incapacidad crónica tanto en la capacidad para deambular como en la realización del resto de las actividades de la vida diaria, básicas (o de autocuidado) e instrumentales (de relación con el entorno) que se prolonga durante años después de haberse producido (5-8). En cohortes de mujeres de 70 años con un estado previo de independencia, se estima tras la fractura una media de dependencia por persona de 6 años, cifra que para cohortes de 80 años es de 2,2 años por persona (2). Por si fuera poco, esta dependencia se asocia con un mayor riesgo, no sólo de mortalidad, sino también de no poder seguir viviendo de forma independiente en el domicilio previo (9-11) o de reingreso hospitalario durante los dos años siguientes a la fractura (10,12) entre otros efectos adversos. Su trascendencia queda patente en la frase de Cleveland quien hace más de cuarenta años decía que "venimos al mundo a través de la pelvis y lo dejamos por el cuello de fémur" (13).Actualmente se dispone de un tratamiento quirúrgico muy efectivo para la fractura de cadera. Los pacientes son intervenidos precozmente tras la fractura y con diferentes técnicas encaminadas a conseguir la deambulación precoz. La técnica anestésica ha evolucionado y muchos de los pacientes son intervenidos con anestesia intradural (14,15). Las frecuentes complicaciones y problemas geriátricos durante la fase aguda son bien conocidas y se previenen y tratan cada vez de forma más precoz y adecuada por especialistas (16-30). Todo ello ha añadido a los objetivos clásicos de la cirugía en la fractura de cadera (reducción de la mortalidad, consecución de una posición funcional del hueso y prevención de la necrosis avascular) otros objetivos nuevos y más ambiciosos como son el retorno del paciente a su estado de deambulación previa lo más pronto posible y el retorno al medio ambiente y al entorno social en que se encontraba antes del episodio (31,32). La cirugía apropiada y el manejo médico de los pacientes es crítico para la recuperación posterior (33). Preservar la capacidad para la deambulación previa, es quizá el objetivo más importante en el tratamiento de los pacientes con fractura de cadera (34,35).A medida que la población occidental envejece, se está produciendo un incremento del número de personas ancianas con depe...