“…Contreras (2002) afirma que la corporalidad de cada cultura obedece a espacios sociales específicos y será difícil desarrollar sus potencialidades fuera de ellos, mientras que Pfister (2004) considera trascendente tomar en cuenta los ideales corporales y valores culturales que cada grupo inmigrante entrega a este tipo de actividades, a fin de no producir rupturas con costumbres profundamente arraigadas. Frente a esto, Van Dijk (2003) manifiesta que el deporte debe colaborar en la construcción de discursos sociales implícitos que permitan superar estereotipos y prejuicios; para ello Ortí (2004) recomienda la utilización de juegos multi o interculturales, lo que implica introducir actividades con diverso origen cultural para promover un acercamiento recíproco (Bantulà, 2002).A pesar de las aprensiones existentes, estudios muestran la efectividad del deporte como instrumento de integración social y escolar en espacios culturalmente diversos (Allen, Drane, Byon, & Richard, 2010;Ito, Nogawa, Kitamura, & Walker, 2011;Frisby, 2011;Hatzigeorgiadis et al, 2013; 26 Carter-Thuillier et al -Integración de los Estudiantes Inmigrantes Fuente & Herrero, 2012;Makarova & Herzog, 2014;McGinnity, Quinn, Kingston, & O'Connell, 2012;Sapaaij, 2012). Existe coincidencia respecto a que los métodos empleados o contextos de trabajo son determinantes; el deporte aumenta su potencial intercultural en entornos que promueven valores sociales y respeto mutuo (Hatzigeorgiadis et al, 2013;Li, Sotiriadou, & Auld, 2015), permitiendo la adquisición de capital social extrapolable fuera del deporte (Theebom, Schaillée, & Nols, 2012) y la adaptación a contextos con diversidad cultural (Allen et al, 2010); facilitando así la inclusión de colectivos inmigrantes (Tirone, Livingston, Miler, & Smith, 2010).…”