“…Si partimos de las peculiaridades que parece tener la emoción de asco, cabe suponer que la sensibilidad al asco podría estar implicada en un amplio abanico de problemas o trastornos psicológicos que la investigación futura deberá clarificar, entre los cuales, aparte de los aquí tratados, al menos merecería la pena resaltar los siguientes: trastornos somatoformes (García-Campayo, Pascual, Alda y Oliván, 2005; Carmona, Pascual, Sánchez, Maldonado y Pereira, 2007), transexualismo y otros trastornos sexuales (Hurtado, Gómez y Donat, 2007;Olatunji y Sawchuk, 2005), trastornos alimentarios (Jorquera, Baños, Perpiña y Botella, 2005;Perpiñá, 1999), evitación interoceptiva (Sandín, 2005), sida y exclusión social (Ballester, 2005;Edo y Ballester, 2006;Flores, Borda y Sangregorio, 2006;Piña y Robles, 2005), cáncer y sín-tomas asociados a la quimioterapia (Méndez, 2005;Vega et al, 2004), fobias sociales y agorafobia (Bados, 2000;Botella y Gallardo, 1999;Echeburúa y de Corral, 1993;Gallego, Botella, Quero, Baños y García-Palacios, 2007;Sandín, Rodero, Santed y García-Campayo, 2006;Zubeidat, Sierra y Fernández-Parra, 2007), ansiedad de separación (Echeburúa, 1993;Orgilés, Espada y Mén-dez, 2008;Sandín, 1997), y estrés postraumáti-co (McNally, 2002;Talarn, Navarro, Rossel y Rigat, 2006).…”