“…La primera distinción entre memoria prospectiva y retrospectiva fue realizada por Meacham y Leiman (1982). Desde entonces, su delimitación conceptual se ha convertido en un requisito necesario para generar nuevas iniciativas de investigación (Graff y Uttl, 2001), así como para adecuar su análisis a los objetivos clínicos y diagnósticos presentes de manera recurrente en la literatura científica de los últimos años, que van desde la interacción entre la MP y diferentes procesos cognitivos (Basso, Ferrari y Palladino, 2010;McFarland y Glisky, 2009), hasta su relación con un heterogéneo grupo de patologías y tópicos de la problemática social −esquizofrenia (Chan et al, 2008;Twamley et al, 2008;Ungvari, Xiang, Tang y Shum, 2008;Wang et al, 2010); esclerosis múltiple (Adda, Castro, Além-Mar e Silva, de Manreza y Kashiara, 2008); Alzheimer (Livner, Laukka, Karlsson y Bäckman, 2009); Parkinson (Foster, McDaniel, Repovŝ y Hershey, 2009); SIDA (Woods et al, 2008); retraso mental (Meilán, Salgado, Arana, Carro y Jenaro, 2008); ingesta de alcohol (Heffernan, Clark, Bartholomew, Ling y Stephens, 2010); métodos anticonceptivos (Matter y Meier, 2008) −. Se conforma así, un marco teórico amplio y heterogéneo, donde la MP es analizada a diferentes niveles, y donde distintos procesos cognitivos participan en las fases que conforman el procesamiento de la intención.…”