En el presente artículo me concentraré en el estudio filosófico de los delirios, como un caso ejemplificador del vínculo que pueden establecer la filosofía de la mente y la psiquiatría. Frente a versiones radicalmente naturalistas, que proponen variantes reduccionistas o eliminativistas para la explicación de ciertos fenómenos mentales y sus variantes “anormales”, defenderé una versión moderada de la perspectiva naturalista. Al respecto, señalaré que retener algún grado de simpatía hacia el naturalismo en las investigaciones filosóficas sobre los delirios es necesario para desarrollar teorías sobre las creencias empíricamente informadas que no resulten contradictorias con los desarrollos actuales en psicología cognitiva y neurociencias. No obstante, afirmaré también que una perspectiva exclusivamente naturalista -tanto por parte de la filosofía como de la psiquiatría misma- es incapaz de dar cuenta del contexto normativo en donde juegan las creencias. Los criterios normativos, especialmente externos (sociales y pragmáticos) que se emplean para clasificar ciertas creencias como delirantes no resultan inteligibles bajo una explicación puramente natural. Por el contrario, para comprender las creencias delirantes qua delirantes, será preciso acercarnos a un abordaje híbrido que pueda contemplar las causas naturales del fenómeno así como su evaluación normativa.