La regulación emocional es la habilidad para identificar, modificar, modular o mantener los estados emocionales propios y de los demás (Aldrete-Cortez et al., 2014; Oberst et al., 2013; Pacheco & Fernández, 2013; Mayer & Salovey, 1997). Es considerada como un proceso transdiagnóstico que predice diferentes problemas clínicos (Aldao, 2012). El déficit de esta habilidad se ha asociado con problemas en el sistema inmunológico (Cabrera et al., 2017; Gómez et al., 2016), enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales (Güven et al., 2020; Pérez et al., 2015), trastornos de depresión y ansiedad (Cruz-Ramírez et al., 2018; Moreno- Méndez et al., 2020) con conductas adictivas a sustancias como tabaco, alcohol y marihuana (Blumenthal et al., 2019; García del Castillo et al., 2013) y adicción al internet (Karaer & Akdemir, 2019).