“…Al mismo tiempo, la percepción produce otras reacciones corporales y emocionales dependientes de los sistemas nerviosos autónomo y somático. Estas últimas se traducen en modulaciones de las frecuencias cardíaca y respiratoria, la presión arterial, la oxigenación de la sangre, la temperatura, la respuesta galvánica de la piel, el reflejo pupilar y múltiples actividades musculares como puede ser la cigomática (ejemplos en: Bullack, Büdenbender, Roden & Kreutz, 2018;Grewe, Nagel, Kopiez & Altenmüller, 2007;Hodges, 2010;Iwanaga & Moroki, 1999;Khalfa, Peretz, Blondin & Robert, 2002;Krumhansl, 1997;Lundqvist, Carlsson, Hilmersson & Juslin, 2009;Merrill, Omigie & Wald-Fuhrmann, 2020;Nyklíček, Thayer & Van Doornen, 1997;Orini et al, 2010). En el histórico de investigaciones que han estudiado las respuestas fisiológicas vinculadas a la música, las primeras hipótesis cuestionaron si la modificación de distintos parámetros musicales, tales como el tempo o la intensidad, supondría también de forma análoga una variación en las respuestas cardiovasculares y respiratorias.…”