“…Entre los múltiples beneficios que los adolescentes encuentran en las redes sociales para su auto-representación podríamos situar al menos dos variables explicativas de los riesgos crecientes, que además fomentan un uso intensivo y poco seguro: por un lado, la ampliación de oportunidades, es decir, el hecho de que las plataformas y servicios digitales que ofrecen auto-representación e interacción online con otros usuarios han expandido las posibilidades y formas de comunicación offline, siendo estas nuevas formas mayormente aprovechadas, renegociadas y reinventadas por los jóvenes (Rodríguez et al, 2017;Wood et al, 2016). De esta forma, la autoaceptación depende de las múltiples formas de expresión y representación y de cómo se recibe el feedback, o se valida socialmente lo que se publica online, como confirman diferentes estudios recientes (Aldrin, 2019;Barth y De Jong, 2017;Bell, 2019;Cipolletta et al, 2020;Spiller, 2020). Y por otro lado, a un mayor control de lo que se denomina "gestión de la impresión", es decir, el poder controlar la impresión online que se desea causar en un público objetivo o deseado (Bell, 2019), no sólo porque se puede delimitar a los destinatarios de lo que se publica (Scott y Fullwood, 2020), sino porque existe mayor posibilidad de congruencia al poder continuar una historia digital de auto-representación, para que no resulte disonante con la identidad mostrada ya por el individuo (Leong, 2016), a todo ello se añaden las ventajas de la asincronía y del ensayo previo a la publicación (Ditchfield, 2020;Gioia et al, 2021) que permiten la mejora y la modificación de lo que se desea publicar para representarse, frente a la instantaneidad del mundo offline.…”